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viernes, 24 de marzo de 2017

EL PAPEL DE LOS SUJETOS ACTIVOS, EDUCANDO Y EDUCADOR

Por medio de la elaboración del siguiente trabajo se pretende llagar a ahondar un poco más en relación al tema de la sociología de la educación desde la perspectiva de la relación existente entre el educador con sus estudiantes y la comunidad en la que viven ambos.

Consideramos que la relación existente entre el educador, tanto con el educando como con la comunidad es de gran importancia en el ámbito educativo ya que fija, de una manera u otra, aspectos relevantes en las características de la educación.

El educador debe buscar por todos los medios existentes y posibles que exista una buena relación, de calidad, con sus alumnos.

Para conseguir esto es vital y fundamental que se trabaje conjuntamente con la comunidad que los rodea, ya que ella es parte educadora y agente socializador de los alumnos. Los factores económicos, sociales, culturales, religiosos, entre otros, que forman parte de una comunidad se deben ver reflejados en la educación, así como en la relación entre el educando y el educador.

Todos estos hechos, consideramos que facilitan el proceso de comunicación, haciéndola más efectiva y significativa, tanto para los docentes como para los alumnos, consiguiendo con esto que la relación (docente – alumno – comunidad), se lleve a cabo con éxito.

Toda persona que comienza a estudiar o ejerce la carrera docente debe tener bien clara la importancia de su labor como colaborador imprescindible del proceso de crecimiento personal y preparación para la vida. 

A veces los problemas personales y las dificultades crecientes a las que se enfrentan las comunidades, ocasionan que algunos alumnos adopten actitudes que no condicen con esta esencial función, lo que determina la necesidad de una revisión continua y crítica, que incluye los conocimientos, metodologías y actitudes, del desempeño frente a los educandos. Un educador que enfrenta la realidad con mentalidad positiva y utiliza los conocimientos como herramientas para poner a los educandos en contacto con la vida, logra que éstos se motiven.

Difícilmente podrá orientarse adecuadamente una persona que recibe señales contradictorias respecto a lo que se espera de él o lo que se piensa es mejor para su realización como ser humano. Si existe madurez en la relación docente – comunidad (familia), la colaboración mutua favorecerá notablemente la transformación deseada para bien del estudiante. Por esto, si las condiciones no se dan, los padres tienen el derecho y el deber de exigir un ámbito de participación que les permita intercambiar ideas y colaborar con los responsables de la educación formal de sus hijos.

EDUCADOR – EDUCANDO:
Considerando la relación educador - educando, los estudiantes deben tomar conciencia que el proceso educativo es bidireccional. Por su propio bien, no pueden limitarse a ser meramente receptivos. Son los mejores críticos que pueden tener los docentes, quienes tienen obligación de escucharlos y valorar sus propuestas.

Este intercambio debe realizarse en un clima cordial por ambas partes, ya que solamente se obtienen frutos cuando se trabaja en un ambiente de tranquilidad y tolerancia mutua, benéfico para todos los involucrados en la tarea. 

El propósito de la educación es establecer una relación de ayuda para que educadores y educandos a través de su experiencia dentro del fenómeno educativo, cumplan una parte de su misión de ser hombres, y se preparen para ir cumpliendo las etapas de la vida.

Es importante tomar en consideración que la práctica educativa se debe considerar como el proceso enseñanza-aprendizaje, como un trabajo creativo, congruente y responsable, en la medida en que la educación debe estar dirigida a la producción de conocimiento. Por lo tanto el eje de la relación educador-educando deberá ser la investigación, como elemento unificador del proceso enseñanza-aprendizaje.

El educador debe dejar de ser el centro de la actividad académica, y pasar a ser un facilitador del proceso de aprendizaje. En este sentido, el elemento más importante en la enseñanza-aprendizaje, es definitivamente el educando.

Existe la llamada pedagogía del diálogo, sostiene que dentro del marco de una sociedad democrática -y una educación también democrática-, el maestro, mucho más que despreciar la capacidad del educando, debe aprovechar sus conocimientos, respetarlos y evaluarlos. Desarrollar la pedagogía del diálogo implica respetar los principios democráticos en el sistema educativo y estimular el respeto recíproco entre educando-educador.

La primera función de la escuela es la de educar a personas que tengan la capacidad de crear y no sólo de reproducir lo que otras generaciones hicieron a su turno, en vista de que los individuos son activos y creativos por naturaleza. Y, por eso mismo, el educador debe tender a satisfacer el interés y las aspiraciones propias del niño, poniéndolo a él en el centro del proceso de enseñanza/aprendizaje.

La pedagogía del diálogo elimina el monólogo y el monopolio de la palabra del educador y, consiguientemente, el sistema bancario de la educación tradicional, en el cual el educador es el sujeto real, cuya función indeclinable es llenar a los educandos con los contenidos de su narración.

En una buena relación entre el educador y el educando, la propia actividad y curiosidad del alumno es un excelente medio para la adquisición de los conocimientos necesarios.

Nada se puede imponer mecánicamente desde fuera, y menos cuando el educando no está motivado. Es decir, el educando no debe ser forzado a aprender nada sólo porque está establecido en el programa escolar ni porque estará en el examen, sino porque él mismo ha visto la necesidad y tiene deseos de progresar hasta ciertas metas propuestas.

El educador debe aprender a conversar con el educando, reducirse a su estatura, para ayudarle a resolver los problemas que él no puede resolverlos por sí solo. Por medio del diálogo puede desarrollarse todo el proceso de enseñanza/aprendizaje, sin dejar de contemplar las demás necesidades que tiene el educando, desde las fisiológicas hasta las psicológicas.

En una buena relación el educando y el educador son sujetos, y ambos participan activamente en el proceso de enseñanza/aprendizaje. Entre ellos se da un respeto recíproco y una interrelación constante. No se admite que ningún educador decida de manera arbitraria lo que está bien o lo que está mal, sin que exista una intercomunicación real con el educando; más aún, cuando se sabe que todo lo que puede ser lógico para el adulto, puede ser ilógico para el niño, sin que por esto, el individuo deje de ser, desde un principio, un ente activo y creativo, que tiene la capacidad de relacionarse con el mundo cognoscitivo y acumular, por medio de su inquietud y curiosidad, conocimientos y experiencias que le ayuden a forjar su personalidad.

EDUCADOR – COMUNIDAD:
Concentrándonos en la relación docente – comunidad, es importante destacar que cada comunidad tiene singularidad con diferencias que son propias. Cada individuo que forme parte de una comunidad posee una necesidad de identificación cultural y de pertenencia, que es necesario satisfacer, a través de la educación.

Por lo tanto la relación docente – alumno – comunidad debe tener entre sus principales características de aprendizaje, el brindar situaciones lo más concretas posibles y vivenciales con su entorno natural, cultural y social. 

Dentro de la comunidad está la familia, que pertenece a una cultura y, por lo tanto, en la medida en que se favorezca esa relación, se afirman también los lazos de valoración y estima de ella. Toda cultura implica un conjunto de recursos de toda índole, que posibilita un mejor actuar dentro de un determinado medio, que es la situación inicial que le corresponde vivir al niño pequeño. 

Desde el punto de vista de la cultura dentro de las comunidades y su relación con la educación cabe destacar que:
* Toda cultura, creación humana (dentro de la comunidad que sea), merece respeto y el derecho a ser transmitida y renovada, por lo que el rescate y valorización deben ser parte de una actitud general de la humanidad. 
* El niño es un continuador de una subcultura determinada, siendo éste uno de los roles que le corresponde socialmente, por lo que no debería evitársele que lo ejerza.
* El niño está en una etapa de enculturación temprana, que es frágil a los estímulos no coherentes, por lo que hay que cuidar este proceso. 
* Cada cultura crea sus sistemas de socialización y enculturación propios, que son necesarios de considerar en toda propuesta educacional, ya que llevan consigo un conjunto de símbolos y códigos que son importantes, tanto en el proceso de transmisión como en los contenidos que se desarrollan.

Si hablamos de la comunidad educativa, es la encargada de la toma de conciencia de su realidad global, del tipo de relaciones que los hombres establecen entre sí y con la naturaleza, de los problemas derivados de dichas relaciones y sus causas profundas. Ella desarrolla mediante una práctica que vincula al educando con la comunidad, valores y actitudes que promueven un comportamiento dirigido hacia la transformación superadora de esa realidad, tanto en sus aspectos naturales como sociales, desarrollando en el educando las habilidades y aptitudes necesarias para dicha transformación.

Se puede hablar de una educación interdisciplinaria, abierta a las necesidades de la comunidad, encaminada a la solución de problemas concretos, que suponga no sólo la adquisición de conocimientos y técnicas, sino del despliegue de prácticas comunitarias a ejercer sobre medios determinados y con un carácter permanente, dado que por primera vez en la historia, los conocimientos, las competencias técnicas y ciertos valores varían mucho durante la vida de una persona.

El psicólogo y filósofo John Dewey, creador de la pedagogía pragmática aprender haciendo, sostuvo que la función de la educación era dirigir y organizar la relación dialéctica entre el individuo y el entorno, y que la escuela era una institución social, donde estaban concentradas las fuerzas destinadas a reproducir las normas, los conocimientos y procesos histórico-culturales de la comunidad.

John Dewey, para quien la escuela era un microcosmos de la vida social, estaba convencido de que el desarrollo de la sociedad y comunidad dependía de las posibilidades de desarrollo del individuo y de la educación que éste recibía bajo formas democráticas; educación que, además de transmitir conocimientos y conductas determinadas, permitía que el individuo influyera activamente en su entorno social. Dewey sostenía que las transformaciones que se producían en las diferentes estructuras de las comunidades obedecían a los conocimientos que el individuo asimilaba en las aulas, y que las comunidades, eran o debían ser, el reflejo de la escuela y no a la inversa.

Según las teorías pedagógicas basadas en el materialismo histórico, la escuela es el fiel reflejo de la comunidad y el instrumento a través del cual se reproduce la superestructura, salvo en las transformaciones de carácter informal en las que no intervienen las instituciones educativas, debido a que el educando asimila los conocimientos y la herencia cultural participando directamente en la vida familiar y social.

Un ejemplo de esta transformación informal se encuentra en las sociedades primitivas, donde el niño aprendía los conocimientos del padre o de la comunidad, sin que interviniesen instituciones creadas para este fin. En las sociedades industrializadas, en cambio, la transferencia de los conocimientos y la herencia cultural se dan de manera formal, por medio de guarderías, escuelas y universidades.

Estudios demuestran que cuando los padres, madres, representantes y la comunidad se involucran en los procesos educativos mejoran los resultados académicos de los niños y niñas. La participación de los padres es el conjunto de actividades voluntarias a través de los cuales los miembros de una comunidad escolar intervienen directa o indirectamente en la elaboración y toma de decisiones de las instituciones escolares.

Gracias a la elaboración de este trabajo se ha podido conocer más acerca de la importante relación que debe existir entre los docentes, los alumnos y la comunidad en la que viven. Aprendimos que educar significa acompañar: acompañar la forma de educar en la adolescencia o infancia.

Por definición la relación educativa con los y las niños es una relación de acompañamiento. Los tutorizamos, hacemos de mentores, es decir, estamos cerca de ellos, disponibles, accesibles, pero les dejamos poco a poco hacer su camino aunque sea probando y arriesgando.

Acompañar es una estrategia global, una constante educativa que condiciona y determina la forma de prestar atención. Ponemos el énfasis en el proceso y no en el resultado inmediato. Pero acompañar no es un verbo que deba practicar sólo el educador o educadora, también es la manera de trabajar en equipo y la manera como debe estar pensada cualquier institución educativa.

Consideramos que el trabajo debe de llevarse a cabo de manera conjunta, con todos los agentes participantes en el proceso educativo: padres, docentes, alumnos, comunidad y sociedad.



Todos estos no son agentes aislados, por el contrario, deben de trabajar de manera conjunta para que la labor docente sea llevada a cabo con éxito, consiguiendo un proceso de aprendizaje significativo y de calidad.



Por medio de las investigaciones realizadas hemos comprendido la importancia de una buena relación de nosotras como docentes con los alumnos y con el medio que los rodea, ya que a través de buenas relaciones conseguiremos crear hombres de futuro, que trabajen por el bien de su comunidad y de sus prójimos.

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